jueves, 30 de septiembre de 2010

Soy ciego y hoy comienza la primavera

Kafka llega a Berlín en el otoño de 1923, pocos años antes de su muerte. A pesar de la enfermedad y el clima político reinante en Berlín, está feliz, ya que se encuentra con su compañera Dora Diamant, una joven polaca que se ha fugado con él. A diario dan paseos por el parque y una tarde la pareja se topa con una niña que está llorando. Kafka le pregunta qué le ocurre y la niña le contesta que ha perdido su muñeca. Kafka, conmovido, se sienta junto a ella y le cuenta que su muñeca se ha ido de viaje... Día tras día, durante tres semanas, Kafka irá construyendo una historia que le va leyendo a la niña. La muñeca crece, conoce gente, vive aventuras diversas que entretienen a la pequeña y, si bien en cada carta da pruebas de afecto, poco a poco su vida se va complicando de tal manera que el regreso se hace cada vez más difícil. Kakfa va preparando a la niña para el cierre de su historia. Finalmente, Kakfa le encuentra un novio a la muñeca y la casa... La niña supera el trauma al apropiarse de la historia y recalca la necesidad de poseer una historia personal".

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El talento de los demás

Por allí pasaría la mirada del neorrealismo, la mirada de la nouvell vague, algunos caprichos personales míos como un toque Anthony Asquith, un toque Shohei Imamura, un toque Santiago Álvarez y, por supuesto, un toque Matrix. Secuestraría planos de El Padrino II y de Taxi Driver, unas líneas de diálogo de Blade runner, malentendidos y coincidencias del maestro Lubitsch, personajes huyendo a la manera de Truffaut, la canción Soldier boy de El ángel azul y Senderos de gloria, una mujer metiendo agujas de hacer punto por el ojo de una cerradura, la frase "Cada vez que escucho a Wagner me entran ganas de invadir Polonia", un póster de Garganta profunda y otro de El hombre de la cámara, montaje paralelo a lo Griffith, cámara en mano a lo Cassavetes culminado en Dogma 95, gestos de Marlon Brando y miradas de Lilian Gish, cigarrillos a lo Bogart (los ceniceros los volcaríamos como Billy Wilder en Perdición), vestuario muy Manuel Puig; y todo en siete minutos y medio".

martes, 28 de septiembre de 2010

La desesperación de un monstruo humano

"Las frías estrellas parecían brillar burlonamente, y los árboles desnudos agitaban sus ramas; de cuando el cuando, el dulce trino de algún pájaro rompía la total quietud. Todo, menos yo, descansaba o gozaba".

http://www.youtube.com/watch?v=Mach-o6aoEo